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Comarca Oscos-Eo, Mazonovo, Reserva de la Biosfera, Rompiendo Distancias, Santa Eulalia de Oscos
El concejo de Santa Eulalia de Oscos (Santalla) con 47,12km2 también está declarado por la UNESCO Reserva de la Biosfera y su historia está íntimamente ligada a la de la totalidad del territorio de Los Oscos porque el devenir histórico de cada concejo guarda grandes similitudes y cada cambio significativo repercute con semejante intensidad en cualquier punto de la comarca.
En la actualidad Santa Eulalia de Oscos al igual que todo el territorio sufre una importante caída de la población y en estos momentos el número de habitantes asciende a 500 de los que 163(32,6%) son mayores de 65 años, todos ellos destinatarios del programa Rompiendo Distancias Comarca de Oscos, al frente del cual está Noelia Pérez.
Los primeros pobladores desarrollaron una cultura recolectora, de pastoreo y tareas agrícolas a la que posteriormente se unión la cultura de extracción de metales y elaboración de herramientas que durante la época de los romanos se amplió a la búsqueda de riqueza aurífera mediante un importante proceso de aculturación.
Como en todos los concejos más occidentales el Monasterio de Santa María de Villanueva de Oscos marcó su influencia en el plano cultural, social y administrativo siendo una referencia cultural del occidente asturiano como depçosito documental imprescindible para un mejor conocimiento de la historia de Los Oscos.
Ayuntamiento
Fue durante la desamortización de Mendizabal cuando Santalla compra su independencia por un total de 1.219.512 maravedíes.
Tras la independización de la iglesia el desarrollo de la metalurgia adquiere un lugar importante en la economía del que podemos encontrar numerosos rastros de una belleza singular que en la actualidad suponen un valor para toda la comarca como aliciente al turismo rural, junto con los restos de castros y poblados fortificados así como restos de la búsqueda de oro en el río Agüeira que delatan la presencia romana en Santalla.
La organización territorial se realiza en villas en el entorno más apto para el cultivo y la ganadería permitiendo la mejor explotación agrícola y ganadera, dejando residual la población que se situaba en los castros
Nunca fue territorio de grandes poblamientos ya que el importante comercio que desarrollaban las pueblas cercanas atraía el asentamiento de la población que ven nuevas expectativas económicas y de vida en el entorno más urbano.
Sin embargo las condiciones naturales que atesora Santalla, y la comarca de Los Oscos en general, supondrán un enorme atractivo para el desarrollo de la industria del hierro que de forma modesta se venía desarrollando en la zona.
Atraídas por estas expectativas, varias familias de origen vasco se instalan en este territorio, según delatan apellidos como Lombardía, Lombardero, etc. que se integran con las familias locales, dispuestas a explotar una industria que transforma positivamente la economía local aumentando con cuatro mazos las herrerías e iniciándose un período de prosperidad económica que relega incluso la actividad agrícola y ganadera a un segundo plano.
Esta transformación económica altera las estructuras sociales aflorando nuevos mayorazgos entre los que ya figuran las familias vascas -los Bravo, los Bermúdez, los Lombardía o los Lombardero- que manejan el comercio, la arriería y la industria metalúrgica.
A finales del siglo XVIII había 104 fraguas censadas que daban lugar a una excelente producción de calderos, clavazón, cerrajería, herraduras y herramientas generando un importante intercambio comercia hacia el exterior aumentando el número de arrieros que además de dedicarse a este transporte realizan transaciones con otros productos, dinamizando el pequeño comercio. A día de hoy la mejor conservada y visitable es la de Mazo Novo que cuenta con el magnífico restaurante L’Auga en su entorno
Otro estamento social que prolifera en la época es el de los criados que atienden las labores agrícolas y domésticas de las casas más pudientes.
Gracias a este despegue económico la demografía de Santalla crece considerablemente, muy por encima de los concejos vecinos, logrando en apenas un siglo un aumento de un 65 % de los hogares independientes.
No hay que olvidarse tampoco de la producción agrícola que sigue siendo un importante elemento de la economía de la comarca Oscos.
Este esplendor propicia un acondicionamiento de las casas con la aportación de materiales de calidad y mejorando las condiciones de habitabilidad. Las personas pudientes reconstruyen sus casonas o edifican otras nuevas. La administración eclesiástica remoza la iglesia de Santa Eulalia y construye un buen número de ermitas repartidas por cada pueblo del concejo. Destacan el Solar de los Bravo y Bermúdez, que se encuentra en el barrio de La Rúa en Santalla;, un importante conjunto arquitectónico formado por varios volúmenes, construido a lo largo de los siglos XVII y XVIII y la Casona de La Pruida (de la familia Graña), en Santa Eulalia, edificio blasonado de los las misma época en el que destacar su capilla interiror
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La instrucción pública imperaba entre la mayoría de los habitantes, contando con escuela de primeras letras y maestros itinerantes, por lo que en Santalla había un reducido número de analfabetos.
De las Importantes familias asentadas en el concejo destacan los Fernández Lombardero ligados a la industria metalúrgica y a la fabricación de relojes, por su espíritu emprendedor y su relación con los ambientes ilustrados
Un caso singular lo representa Antonio Raimundo Ibáñez, de procedencia humilde, que desarrolla una de las más importantes tareas relacionadas con el mundo Ilustrado mediante la creación de importantes empresas como la Real Fábrica de Sargadelos, para la fabricación de hierro, y posteriormente la Fabrica de Loza de Sargadelos al que el rey propone como marqués de Sargadelos pero la invasión francesa acaba con su vida, trágicamente, en las calles de Ribadeo en 1809. Tiene una casa museo en Ferreirela
Las guerras con sus exigencia de aportaciones económicas a los vecinos junto a la merma de la población más joven alistada en el Regimiento de Castropol que combate a los franceses da lugar a sucesivas malas cosechas, provocando un resquebrajamiento de las viejas estructuras que acaban en significativos cambios sociales y provocan incluso represalias durante las guerras carlistas durante las que se ajusticia a 13 vecinos acusados de simpatizantes del Carlismo.
A pesar de todo este panorama lleno de revueltas y dificultades económicas a mediados del XIX el concejo cuenta con 2.119 vecinos que siguen con sus explotaciones agrícolas y las de la industria del hierro, logrando de esta forma mantener un pequeño comercio y subsistir ante tantas adversidades.
Sin embargo la instalación de altos hornos en la zona central de Asturias atrajo a la cualificada mano de obra que se había formado en el trabajo metalúrgico de Los Oscos, que veía así incrementado su salario, iniciándose un rápido despoblamiento a pesar de que el espíritu emprendedor de sus habitantes consiguió la instalación de una fábrica de encurtidos y otra de chocolate, pero los mazos y fraguas ya solo atendían a una pequeña demanda de de herramientas que no se extendía mucho más allá de la comarca.
Otra de las salida habituales es la emigración americana, con preferencia hacia Argentina y Cuba, a medida que cada familia sitúa al otro lado del Atlántico a algún familiar se van sumando nuevos miembros.
La llegada del siglo XX encuentra a Santalla sumida en el aislamiento, la perdida demográfica y el paulatino abandono de la industria del hierro dejan como único recurso las tradicionales tareas agrícolas y ganaderas de subsistencia. Prácticamente puede decirse que la única clase social del momento estaba compuesta por labradores, en su mayoría arrendatarios de los Mayorazgos. La epidemia gripal de 1918 dejó en solo tres meses 32 muertos en el concejo..
Será en los años 50 cuando con la ligera mejora de las comunicaciones a través de A Garganta aumentan algunos servicios básicos pero la decadencia es difícil de frenar aunque las obras del embalse de Grandas de Salime y la repoblación forestal demandasen mano de obra.
La emigración sigue siendo muy importante y a la tradicional americana se añade la europea y también el éxodo hacia las zonas urbanas asturianas. La población joven no encuentra futuro en unas explotaciones agrícolas y ganaderas que arrastran un fuerte atraso y optan por desplazarse a Gijón y Avilés.
Será durante el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea cuando la zona logra una mayor atención a través de las subvenciones oficiales nutridas de fondos europeos que se enfocan a la recuperación del patrimonio etnográfico, la rehabilitación de casas y la apertura de museos, orientándose hacía la captación del turismo rural y cultural, basándose en el rico patrimonio natural y arquitectónico.
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